En estos días en que se
conmemora, erróneamente como ya sabemos, el nacimiento de un hombre cuya vida,
mal que bien, quedó recogida en diversos escritos, sería bueno repasar algunos
básicos a los cuales lxs dirigentes religiosxs recelan enfrentarse, no
precisamente por ir en contra de la realidad, sino porque la realidad, es
decir, la verdad que pretenden defender, pone en cuestión los mitos y preceptos
que les dan poder sobre millones de personas.
El ser humano no inventó
diosxs para temerles ni para protegerlxs, sino para protegerse. En un primer
momento, para protegerse de aquellas fuerzas y fenómenos de la naturaleza que,
por simple desconocimiento, despertaban su temor. Más tarde, para protegerse
del miedo que otros seres humanos le causaban, es decir, para protegerse de la
injusticia, de la mentira, del engaño, de la traición. Y finalmente, aquellxs
diosxs acabaron adoptando diversos papeles en la vida social. Así, los templos
se convirtieron, más allá de meros lugares de culto, en centros administrativos
y, por ende, en centros de poder.
Fue en esa época cuando
en el país de Palestina, habitado por hebreos dominados por Roma, y por tanto,
hasta cierto punto de costumbres helenísticas, nos cuenta el Evangelio del Nacimiento
de María (o Evangelio de María) que una pareja, Joaquín y Ana, en su
imposibilidad de tener hijxs, decidieron pedir el auxilio del Templo para
lograrlo. La respuesta a sus oraciones será una anunciación similar a la que
narran los Evangelios canónicos acerca del nacimiento de Jesús.
¿Por qué, entonces, no se
alaba en éstos el nacimiento milagroso de María? ¿Por qué la Iglesia católica
lleva casi dos milenios relegando a un segundo plano el papel de la mujer?
Porque de aceptar su importancia real en la verdadera historia, tendrían que
aceptar la verdad de unos textos que revelan que Jesús fue el hijo bastardo de
una mujer de origen también bastardo. Todo ello le restaría trascendencia
espiritual a la figura de Jesús, quien no podría aparecer ya como Mesías para
el pueblo judío. Pero he aquí que la Iglesia católica cae víctima de su propia
trampa, puesto que sus dogmas no se basan en la figura de Jesús, ni en la de
Cristo, sino en la confluencia de ambas, en Jesucristo, y éste, de haber sido
desde el principio la verdadera figura central del catolicismo no habría necesitado
tener un papel relevante dentro del judaísmo. Es decir, la propia Iglesia,
atrapada dentro de su red de mentiras y engaños, ha terminado forjando tan
enrevesada red de mentiras que no puede deshacer una sin verse obligada a
destejer toda la maraña.
Sigamos, pues, revisando
la historia que se puede leer entre líneas en unos Evangelios de los que ahora
reniega la Iglesia pero en los cuales tuvo una fe inquebrantable en una época
pasada.
Joaquín y Ana, decíamos,
mayores ya para concebir con la facilidad habitual, recurren al Templo que, por
aquella época debía de ejercer, entre otras funciones, la de clínica de
fertilidad o centro de fecundación inútero
(esto es, de un "aquelarre químico de laboratorio", en palabras
del obispo de Córdoba). Parece que Joaquín era rico, e incluso puede que él
mismo fuera sacerdote:
«Las copias antiguas
diferían de la de Jerónimo, pues de una de ellas aprendió Fausto, un nativo de
Bretaña, que llegó a ser Obispo de Riez, en Provenza, empeñado en demostrar que
Cristo no fue Hijo de Dios hasta después de su bautizo; y que no era de la casa
de David y de la tribu de Judá, porque, conforme al Evangelio que citaba, la
propia Virgen no era de esta tribu, sino de la tribu de Leví; siendo su padre
un sacerdote de nombre Joaquín». ("Los
Evangelios y Epístolas Suprimidos del Nuevo Testamento Original de Jesús el
Cristo", Arzobispo William Wake)
Antes de continuar quiero
hacer notar que, curiosamente, en este punto la única copia que difería era la
de Jerónimo a quien, no obstante, se declaró Padre de la Iglesia.
El caso es que de aquella
visita al Templo nació María, quien luego sería madre de Jesús, y la cual, por
haber sido concebida extramatrimonialmente, si bien por métodos moralmente
aceptables en aquella sociedad, no puede eludir una cierta sombra de bastardía.
«1. Hijo
nacido de una unión ilícita. 2. Hijo de
padres que no podían contraer matrimonio al tiempo de la concepción ni al del
nacimiento. 3. Hijo ilegítimo de padre
conocido».
O bien, según el 1913 Oxford Unabridged Dictionary:
«Concebido y
tenido fuera de matrimonio legítimo; ilegítimo».
Joaquín, obligado quizá
por una promesa, o bien como forma de compensar al Templo por su ayuda en la
concepción de María, según nos cuentan tanto el Evangelio de María como el
Protoevangelio (escrito por "Santiago el Menor, Primo y Hermano del Señor
Jesús, Apóstol principal y primer Obispo de los Cristianos de Jerusalén")
tan pronto cumplió la pequeña tres años la llevó al Templo:
«Y cuando la
niña tuvo tres años, Joaquín dijo: "Invitemos a las hijas de los hebreos,
que estén inmaculadas, y que cada una encienda una lámpara, y que estén
iluminadas, para que la niña no se vuelva de nuevo, ni se ponga su mente contra
el templo del Señor"». (Protoevangelio 7, 3)
No se puede negar la
relación entre el Templo y la sexualidad en tiempos muy anteriores a la época
de Jesús:
«Sabemos,
claro está, por la Biblia, que los sirios en Palestina eran dados a adoraciones
sexuales. Había imágenes (fálicas) erigidas y "aseras" (símbolos
sexuales) sobre toda colina elevada y bajo cada árbol verde; y estas mismas
imágenes y los ritos relacionados con ellas se colaron en el Templo judío y
fueron lo bastante populares para mantener su posición allí durante un largo
periodo desde el rey Roboam en adelante, no obstante los esfuerzos de Josías y
otros reformistas por extirparlos». ("Credos
Paganos y Cristianos", Edward Carpenter)
De modo que el propio Templo
incentivaba la dedicación de jóvenes de ambos sexos a las relaciones sexuales
en su recinto:
«Además había
chicas y hombres (hierodouloi)
regularmente vinculados durante este periodo al Templo judío como a los Templos
paganos, para la prestación de servicios sexuales, los cuales eran reconocidos
en muchos casos como parte del ritual. A las mujeres se las persuadía de que era
un honor y un privilegio ser fertilizadas por un “hombre santo” (un sacerdote u
otro hombre vinculado a los ritos) [….] Se esperaba que las chicas que ocupaban
su sitio como hierodouloi en el
Templo o en el recinto del Templo se entregasen a adoradores masculinos en el
Templo, muy a la manera, probablemente, como Herodoto describe en el templo de
la Venus babilonia Mylitta, donde toda mujer nativa, una vez en su vida, se
suponía sentarse en el Templo y tener relación con algún extraño». ("Credos Paganos y Cristianos",
Edward Carpenter)
Habiendo sido criada en
el Templo desde los tres años, no es de extrañar, pues, que María recibiese la
educación necesaria para cumplir este trámite. No obstante, la historia se
complica cuando el sumo sacerdote Zacarías sucumbe ante la "belleza"
de María (que debía de tener unos doce o trece años, como mucho):
«Y los
sirvientes fueron y las trajeron al templo del Señor, y el sumo sacerdote les
dijo: "Echad a suertes ante mí ahora, quién de vosotras hilará el hilo
dorado, quién el azul, quién el escarlata, quién el lino fino, y quién el
verdadero púrpura". Entonces el sumo sacerdote conoció a María; que ella
era de la tribu de Israel; y la llamó, y el verdadero púrpura le tocó a la
parte de ella hilarlo, y ella se fue a su propia casa. Pero desde ese momento
Zacarías el sumo sacerdote se quedó mudo, y Samuel fue puesto en su habitación
hasta que Zacarías habló de nuevo». (Protoevangelio 9, 3-5)
Ese mismo enmudecimiento
ante la belleza de una mujer se comenta en otras historias, así de ficción como
reales. Ese es precisamente el argumento de un episodio de una serie de culto
de los años ochenta, "Doctor en
Alaska" ("Northern Exposure"
según su título original). El episodio 2 de la segunda temporada, titulado
"El gran beso", nos muestra al locutor de la única emisora de radio
del pueblo enmudecido ante la belleza de una chica de paso; y la solución común
en estos casos consiste en tener relaciones sexuales con la mujer más bella que
encuentre, aunque en la serie, muy suave en estos aspectos, se nos hacer ver
que la cuestión se resuelve finalmente con un beso. Zacarías, en cambio, no
necesitaba ser diplomático y casi ni discreto a la hora de resolver su mudez.
El resultado de ese
encuentro entre Zacarías y María, cuidadosamente omitido, puede intuirse muy
fácilmente a partir de las prisas que le entraron al sacerdote por buscar un
marido adecuado para la chica:
«Y mirad que
el ángel del Señor vino a él, y dijo: "Zacarías, Zacarías, ve y convoca a
todos los viudos de entre el pueblo, y que cada uno traiga su vara, y aquel por
el cual el Señor muestre una señal será el esposo de María". Y los
pregoneros salieron por toda Judea, y la trompeta del Señor sonó, y todo el
pueblo corrió a reunirse. José también soltando su hacha, salió a reunirse con
ellos; y cuando estuvieron reunidos, fueron al sumo sacerdote; llevando cada
hombre su vara. Después de que el sumo sacerdote hubo recibido sus varas, entró
al templo a orar; Y cuando hubo terminado su oración, cogió las varas, y fue y
las distribuyó, y no hubo ningún milagro que las acompañase. La última vara fue
recogida por José, dijo "mirad" una paloma provino de la vara, y voló
hacia la cabeza de José. Y el sumo sacerdote dijo: "José, tú eres la
persona elegida para tomar a la Virgen del Señor, para mantenerla para Él";
Pero José rehusó, diciendo: "Soy un
hombre anciano, y tengo hijos, pero ella es joven, y temo que pueda aparecer
ridículo ante Israel". Entonces el sumo sacerdote replicó: "José,
teme al Señor tu Dios, y recuerda cómo trató Dios a Datán, Cora y Abirán, cómo
la tierra se abrió y les tragó, a causa de su contradicción. Ahora, por tanto,
José, teme a Dios para que no ocurran cosas parecidas en tu familia"». (Protoevangelio
8, 6-15)
Como se observa, la
gravedad de la situación lleva a Zacarías a verter sobre José y toda su familia
una velada amenaza de muerte si, incumpliendo lo que se le pide, no se casa con
María. También quiero hacer notar la muy significativa respuesta de José: es
anciano y ya ha tenido hijos. Lo primero convertiría la maternidad de María en
un halago público a la virilidad de José (aunque éste no supiera del estado de
gestación de María, no sería de extrañar que, dada su edad, ya supiera muy bien
cómo funcionaban las cosas en el Templo); lo segundo garantizaba al Templo
alejar de sí las sospechas del embarazo de María, puesto que su esposo ya había
demostrado su virilidad en varias ocasiones.
Se puede alegar aquí que
el enmudecimiento de Zacarías fue posterior a la boda de María con José, pero
realmente el embarazo de María se puede calcular en unos dos meses anterior a
la boda, porque José se despide de ella inmediatamente después del casamiento y
tras seis meses la encuentra con una notable preñez. Teniendo en cuenta que en
la época no sería raro esperar un mes y medio o dos meses antes de atribuir la
falta de regla a la gestación, podríamos acercarnos incluso a los dos meses y
medio cuando casan a la niña con el anciano José. Además, su embarazo tampoco
se puede atribuir a José, dada la reacción de éste cuando vuelve de su trabajo
en la construcción de casas, seis meses después de la boda:
«Entonces
golpeándose el rostro, dijo: "¿Con qué cara puedo mirar al Señor mi Dios?
O ¿qué diré en relación a esta joven mujer? ¡Pues la recibí Virgen sacada del
templo del Señor mi Dios, y no la he conservado así!». (Protoevangelio 10, 2-4)
A quienes finalmente se
aferren a la concepción divina, cuestiones de fe aparte, me permito sugerirles
la lectura de algunas obras que describen la abundante relación entre los mitos
de virginidad de las religiones precristianas, de los cuales el judaísmo, y por
tanto, el propio cristianismo, son herederas. De hecho…:
«A los
seguidores de Jesús incluso se les acusó a veces – si con razón o no, no lo sé
– de celebrar misterios sexuales en sus fiestas del amor». ("Credos Paganos y Cristianos",
Edward Carpenter)
De niño fueron las
palabras de un catequista las que me presentaron una realidad tal que no tardé
más de tres meses en comenzar a cuestionarme la verdad que se nos contaba desde
los púlpitos. Más tarde fue un sacerdote rígido en sus formas y no sabría decir
si también en sus propósitos quien me confirmó en cerrar mis oídos a sus huecas
pláticas. Curiosamente fue durante mi supuestamente revolucionaria
adolescencia cuando otro sacerdote, sencillo, franco, muy identificado con la
teología de la liberación, me presentó a un Jesús que no tenía casi nada
que ver con aquel de las iglesias: al Jesús de la calle, de los pobres, de la
fiesta, y hasta del deseo carnal, puesto que se relacionaba con prostitutas (independientemente de si Jesús mismo vivía lo que conocemos como una sexualidad
plena o no). Ese contraste entre prédicas basadas en los mismos textos me decidió a no confiar nunca más en cuentos leídos,
y me empujó a desear leerlos por mí mismo. La Biblia, el "Kama Sutra" (o "Aforismos del Amor"), el Corán,
"Las Mil y Una Noches" y
algunos Upanishads forman parte de las verdades que yo mismo me he desvelado. Y
ahora están en lista de espera obras como "Mein Kampf " y algunos clásicos.
El mundo se encuentra en una encrucijada. Estos cruces de caminos son puntos que invitan a la reflexión, a repensar de dónde venimos y, no adónde vamos, sino adónde queremos llegar. Pero si nos mentimos a nosotrxs mismxs acerca de nuestro pasado, jamás sabremos elegir el camino al futuro. Por eso he escrito esto (siento haberme alargado tanto, pero necesitaba incluir textos que confirmasen mis duras conclusiones), para pedir a quienes saben, que por favor, dejen de sostener esas mentiras que tanto daño nos están haciendo a todxs, en el fondo, a ellxs también.
El mundo se encuentra en una encrucijada. Estos cruces de caminos son puntos que invitan a la reflexión, a repensar de dónde venimos y, no adónde vamos, sino adónde queremos llegar. Pero si nos mentimos a nosotrxs mismxs acerca de nuestro pasado, jamás sabremos elegir el camino al futuro. Por eso he escrito esto (siento haberme alargado tanto, pero necesitaba incluir textos que confirmasen mis duras conclusiones), para pedir a quienes saben, que por favor, dejen de sostener esas mentiras que tanto daño nos están haciendo a todxs, en el fondo, a ellxs también.
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