VotoHispaBlog

Dame tu voto en HispaBloggers!

sábado, 5 de diciembre de 2015

Somos un grave error de la Naturaleza

La Naturaleza, ese ente al que hemos personificado a partir de toda la suma de fenómenos físico-químicos del universo, parece un proyecto destinado en primera instancia al perfeccionamiento de lo existente y, en términos temporales y atemporales, a la eternización. En ese proceso, al menos hasta lo que sabemos, referido únicamente a este mismo planeta, sólo en una ocasión permitió una extinción masiva provocada por la expansión de un ser vivo: las cianobacterias, que liberaban oxígeno a la atmósfera, elemento altamente tóxico para la casi totalidad de los seres vivos existentes en aquel tiempo; paradójicamente, y para nuestro beneficio, el oxígeno atmosférico proporcionó una poderosa fuente para la energía de las células, lo que aceleró la evolución y propició la aparición de seres cada vez más complejos.

La proliferación del ser humano, a la vista de su actual capacidad de destrucción, no ya de sí mismo, sino de su entorno, parece que en principio sólo podría tener dos efectos a medio y largo plazo, aun cuando a muy largo plazo, sólo uno de esos dos efectos predomine y perdure. Por una parte, existe la posibilidad de que nos destruyamos solamente a nosotros y a algunas otras especies, con lo cual la vida en el planeta se repondrá a la larga, adaptándose a los nuevos entornos creados (y, en su caso, vueltos a destruir) por nuestra propia mano. O bien puede que arrasemos el planeta de tal forma que durante mucho tiempo, millones de años quizá, sea impensable la existencia de vida compleja sobre el mismo.

Pobreza, desempleo, contaminación, injusticias sociales, siempre han existido, pero en el Primer Mundo apenas nos han conmovido lo bastante para hacer algunos gestos superfluos, suficientes sólo para adormecer nuestras conciencias. Resultaría hipócrita negar que, dado el progreso humano, todas las guerras, injusticias y egoísmo han evitado que la humanidad se extienda hasta límites insostenibles para el planeta; aun cuando pueda parecer cínico sostener esa afirmación y considerarse defensor de la igualdad, la solidaridad y la empatía. Pero es precisamente la defensa de estos y otros valores igualmente antepuestos a la mera supervivencia, como la democracia, lo que debería suscitar en nosotros el nacimiento de ideas que hagan compatibles ambos aspectos de nuestras sociedades.

Así, estamos viviendo una época en que la división entre ecologismo y progreso, pobreza/paro y generación de riqueza, justicia social y poder/dominio, en definitiva, entre izquierda y derecha, parece avocar a la humanidad a una macro-guerra civil por la defensa de una u otra forma de entender el mundo y a la propia sociedad.

En esa obcecación estamos perdiendo de vista que no somos más que soldaditos de plomo al borde de un horno que amenaza con engullirnos a todos. Sólo somos seres vivos, iguales a aquellos a los que hemos catalogado dentro del reino animal, que han evolucionado tecnológicamente hasta el punto de ser capaces de modificarse profundamente a sí mismos, tanto en un plano físico como psicológico. Pero en esa evolución hemos olvidado algo muy elemental.

Desde mi prácticamente nulos conocimientos de historia y antropología, me voy a permitir postular lo siguiente. Los grupos humanos vivieron inicialmente integrados perfectamente en la naturaleza. Incluso los primeros asentamientos humanos no se consideraban a sí mismos sino meros anidamientos. Al volverse las viviendas más "artificiales", en el sentido de la complejidad de su construcción, fue cuando esos grupos humanos empezaron a concebirse más y más apartados de la Naturaleza. No obstante, hoy sabemos que esa diferenciación es completamente falsa, artificiosa. La ciencia médica nos lo descubre día a día, casi siempre sin ser consciente de la trascendencia filosófica de sus descubrimientos.

Es por todo ello que necesitamos ser conscientes de que, izquierda o derecha, progresismo o conservadurismo, estamos viviendo todos en un mismo escenario, con unas necesidades muy claras, y en el caso de que no nos pongamos de acuerdo acerca de cómo compaginar el progreso tecnológico y la subsistencia digna de todo ser humano, quienes vamos a salir perdiendo vamos a ser todos nosotros.

A simple vista, como titulaba este texto, somos un grave error de la naturaleza, como hijos que se han vuelto contra sus creadores y están destruyendo hasta su propia casa común. En nuestra mano está tener la sabiduría, honestidad y humanidad suficientes para convertir ese título en un grave error de este memo ignorante.

Sinelo

Puedes leer también, sólo por dar ideas, este libro, de distribución gratuita:

No hay comentarios:

Publicar un comentario