Llevamos ya muchas
semanas en que las distintas opciones políticas nos han pedido el voto o nos
han sugerido la suya como la formación más adecuada para gobernar en España
durante los próximos cuatro años. Nos han llovido indicaciones a favor y en
contra de las diferentes coaliciones y partidos, y de entre las últimas me ha
llamado la atención especialmente la ausencia de una razón que en mis años
pasados solía utilizarse con frecuencia en sentido negativo: votar a una formación
pequeña es tirar el voto porque no tiene opciones de gobernar. Dicha razón se
ha transformado en el mal llamado "voto útil". Con ello se burlan
nuestrxs políticxs, autocalificadxs como "demócratas", de la lógica
democrática más básica.
Para empezar, eludiendo
extenderme en disertaciones acerca de cómo se traducen opciones como la
abstención, el voto nulo o el voto en blanco, quiero recordar a nuestrxs
políticxs, y a la ciudadanía en general, que cada voto cuenta (con el actual
sistema de reparto), y eso incluye también el voto en blanco, el voto nulo y
hasta la abstención. Cada electorx, es decir, cada persona con derecho a voto,
se representa a sí misma, esto es, representa una voluntad a la que por defecto
se le atribuyen dignidad humana y autonomía para decidir su voto. Un voto
cuenta porque contribuye a configurar al detalle todo un panorama de matices,
haciendo más fácil o más difícil, por ejemplo, que en las circunscripciones con
poca población las fuerzas pequeñas tengan más o menos representación; aunque
no puedan gobernar, cada voto suma para que su voz se oiga en el Congreso y en
el Senado. Es por esto que quiero alentar a toda persona que dude si acercarse
o no a su colegio electoral, a que lo haga, porque, grande o pequeña, toda
aportación suma.
No obstante no es esa
la consideración más importante a la que me quería referir aquí. No dejo de
leer, ver y escuchar lo que cada cual promete hacer por el país si sale elegidx,
lo que lxs posibles votantes creen o dejan de creer acerca de lo que éste o
aquel partido hará por el país… Tenemos mirada de ratón: no vemos más allá de
la habitación en que estamos; o del rincón, rodeadxs de muebles. La voz de
alarma que se viene dando desde hace décadas en relación al cambio climático
(la cosa empezó por temas como la contaminación, la sobreexplotación de los
bosques o la caza de ballenas) debería habernos servido para tomar conciencia
de que el planeta no sufre por la política de uno u otro país, sino por la
acción conjunta o, mejor dicho, sumada, de todos. La sobreexplotación de los
recursos naturales, su inadecuada gestión (de manera especialmente dolorosa en
el tema de la alimentación y del acceso al agua potable), la inadecuada gestión
de los recursos, la desquiciante planificación en la producción y reparto de
energía a lo largo y ancho del globo…
Las sucesivas guerras
en diversos territorios, especialmente desde después de la II Guerra Mundial,
no ocurren por conflictos locales meramente, sino que son consecuencia de los
hechos anteriores y en los cuales la formación siempre ha procurado incidir muy
poco, que no son otros que el saqueo de unos países por otros. Incluso la
actual situación en Yemen, Siria, Pakistán… no es sino el reflejo de las
diversas maneras de explotación y de utilización de los recursos naturales y
humanos que algunas grandes potencias primero, y grandes multinacionales
después, han venido desarrollando en los diversos países, fragmentando
territorios arbitrariamente, promoviendo el enfrentamiento salvaje de facciones
rivales, permitiendo el saqueo criminal de individuos sin escrúpulos (y no me
refiero sólo a los grandes nombres).
Todas esas políticas,
aunque nos suenan a globales, y aun siendo obviamente asuntos que deberían
depender de un mando conjunto y coordinado en un ámbito mundial, nacen de todos
y cada uno de los gobiernos nacionales. Pero no veo a nadie verdaderamente
preocupadx por la política internacional siquiera a corto plazo. Y eso me
entristece y me enfurece a la vez. Queremos un planeta distinto, un mundo
mejor, pero votamos considerando sólo cómo vamos a vivir en este país durante
los próximos cuatro años. En eso no somos mejores que lxs políticxs a quienes
tanto criticamos. Estamos tan ciegxs como ellxs.
Sin embargo, tampoco
debemos permitir que una élite de individuos de dudosa moralidad, y en el mejor
de los casos, con voluntad propia y ajena a la nuestra, decidan qué políticas
se hacen en el mundo, de qué hemos de alimentarnos, cómo hemos de vivir…
Maldita sea, si realmente somos seres humanos, con dignidad, concernidos real,
sincera y profundamente por nuestro futuro y por el bienestar de nuestra
descendencia, y por tanto, por el actual equilibrio ecológico del planeta,
tenemos la obligación de hacer algo más que acudir cual ratitas amaestradas a
seleccionar un papelito e introducirlo en una urna.
De ahí el llamamiento
que hacía en el título, y que me gustaría que cada individuo tuviera muy
presente en cada pequeño acto de su vida en todo momento. Con todo esto, como
veis, no estoy planteando dejar de votar, sino convertir cada decisión en
electoral. Así que dime, teniendo en cuenta que nadie se preocupa realmente por
el futuro del planeta, ni siquiera tú, dime: a ver a quién coño vas a votar.
Sinelo
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Que es gratis, coño.