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domingo, 15 de julio de 2018

Chicote ya no disimula


En 2007 tuve la ocasión de hacer un curso de cocina. Hasta entonces todo mi contacto con el medio se había limitado a, como mucho, cocer un algún huevo o freír unas salchichas con tomate frito de bote. No tardé en darme cuenta de que mi experiencia en un laboratorio químico durante mis estudios tenía muchos paralelismos con la forma en que cocinábamos en el curso, incluyendo el funcionamiento de las instalaciones.
Además, no hace mucho descubrí la moda del ASMR y ésta me trajo el recuerdo del agrado que me producía oír a otras personas comiendo, masticando, mascujeando incluso (esto es, masticando de manera sonora y grosera).
Cuando empezó la emisión de “Pesadilla en la Cocina”, el programa de Alberto Chicote, al principio me sentí atraído por los dramas con final feliz que escenificaban. Uno podía sentir simpatía, empatía o hasta antipatía, en diversos grados la primera y la última, hacia cada uno de los personajes que se le mostraban en cada episodio.
Después de dos temporadas el repetitivo formato, invariablemente idéntico en prácticamente todos los programas, ha llegado a ser cansino, pero aún me resulta fácil reírme de y enfadarme con las llamativas personalidades de esos propietarixs, cocinerxs y camarerxs que se exhiben. Me gusta ver las reformas que el programa hace en cada local (las cuales algunos propietarios aprovechan para hacer una limpieza a fondo, sin duda); no obstante, mi trance favorito del programa sigue siendo esos minutos que Chicote dedica a probar la comida del local haciendo sus teatrales críticas acompañadas ocasionalmente de ocurrentes metáforas que le dan un toque casi literario al texto hablado.
Ya en alguna ocasión oí al mismo Chicote comentar que algunos de los locales por los que el programa había pasado, terminaron cerrando. Últimamente, mientras veo el programa he consultado por Internet el estado actual del local correspondiente, y en esta última y breve temporada me ha sorprendido que varios de los locales estaban permanentemente cerrados, por lo que a los dueños de los diversos locales afectados no les sirvió de mucho la ayuda del programa, en ningún sentido.
Hubo un programa (no recuerdo cuál) en el que el resultado de mi búsqueda me informó de que el local, no sólo había cerrado, sino que se anunciaba su traspaso totalmente reformado (claro, con las reformas de “Pesadilla...”).
Sin embargo, el programa del pasado 11 de julio, último de esta temporada, rizó el rizo. El propio programa debía de saber que el local no tendría salvación, y se esmeraron tan poco en las reformas que, en un mapamundi que pintaron en una de las paredes, el cual incluía islas como Madagascar, Japón, las Canarias y otras islas pequeñas, se les olvidó incluir las islas británicas; ni siquiera las dos principales aparecían ¡Una de las naciones más importantes del mundo desde antiguo! Tela. Menudo despiste.
No sé yo si habrá una nueva temporada de “Pesadilla en la Cocina”, pero muy a mi pesar seguramente volveré a engancharme a causa de esos minutos en los que Chicote nos muestra algunas de las elaboraciones y las prueba, con su personalísimo estilo.