Leo:
«El 'papel cero'
supondrá en la mayoría de los casos que los profesionales presenten la
documentación en formato electrónico en los Decanatos, que tendrán que
imprimirlos para luego digitalizarlos e introducirlos en el sistema de gestión
procesal correspondiente de la comunidad autónoma o del Gobierno central, según
sea la competencia de Justicia» en diario Público,
y como informático, flipo. Pero es que incluso como usuario, también flipo ¿Qué
sentido tiene escribir en el ordenador un documento que luego ha de imprimirse
(¿y el ahorro de papel?) y pasar el lento proceso de escaneado, el cual incluye,
debo suponer, el reconocimiento de texto mediante OCR para que sea posible
hacer búsquedas de texto? ¿Quién coño ha diseñado ese sistema? ¿Es que en este
país nadie sabe utilizar un procesador de textos, más allá de la negrita, los
márgenes y la numeración de páginas?
Tengo los dos
procesadores de textos más habituales, Word de Microsoft y el paquete Open
Office, que incluye un programa muy similar. Este último desde hace años tiene
incorporada la opción de guardar en formato PDF, tanto en su versión para
Windows como en la original para cualquier o casi cualquier distribución de
Linux. Más tarde el paquete Office incorporó también esta característica. De
hecho, el propio paquete Office desde hace más de veinte años, creo recordar
que desde el principio, ofrece al usuario la posibilidad de crear, o bien plantillas
para que siempre utilice exactamente el mismo formato al escribir determinados
tipos de documentos (facturas, cartas de pedido, cartas de presentación, etc.)
o bien formularios con los cuales no sólo se mantiene invariablemente el mismo
formato sino que se pueden guardar los datos solamente, con el consiguiente
ahorro de espacio (una idea muy buena cuando el espacio de almacenamiento
suponía un serio problema en la gestión de grandes volúmenes de datos). Las
citadas plantillas habrían sido la opción ideal para el caso de los documentos
judiciales.
Un equipo técnico
adecuado se habría encargado de estudiar todos los tipos de documentos que se
manejan, usualmente o no, en un juzgado. De hecho quizá existan documentos
propios de determinados tipos de juzgados, bien por su nivel (Tribunales
Superiores de Justicia, Tribunal Supremo), bien por su especialización
(juzgados de violencia de género, de menores, de temas laborales o
mercantiles…). Una vez puestos en común todos ellos, de todas las comunidades autónomas,
se habría trabajado en diseñar un modelo común válido para todos los juzgados,
o bien en modelos que respeten la división por comunidades, especialización y/o
nivel. Esto habría supuesto emitir un o varios juegos de plantillas protegidas
contra la edición accidental, que habrían servido de modelo para escribir en el
ordenador todos los documentos necesarios.
De modo que en cada
proceso judicial se habrían usado las plantillas correspondientes (cualquier
persona que pueda editar una carta en su ordenador o tablet podría haberlas
utilizado casi sin formación complementaria), rellenadas desde un procesador de
textos, y guardadas en un doble formato: por un lado, como un documento normal
del procesador correspondiente (prescindible si se considera que un documento
judicial no ha de estar sujeto a modificaciones sobre sí mismo), y por otro,
como PDF, formato que, como he comentado, resulta prácticamente universal y
común a distintos sistemas operativos. A esos documentos inevitablemente habría
habido que añadir como documentos anexos aquellos que por ser antiguos o por
estar manuscritos hubiera que escanear (digitalizar) para su tratamiento como
archivos informáticos.
Pero es más: si
alguien, en algún juzgado, manejara otro procesador de textos que no admitiese
el uso de plantillas, podría verlo sustituido fácilmente por un formulario en
algún lenguaje de programación como PHP o JavaScript, nada difíciles de
programar.
E incluso si el
programa anterior no produjera una salida en PDF, o si alguien utilizase un
procesador de textos que no incluyera el guardado en PDF, existen diversos
programas gratuitos que pueden crear una impresora virtual, capaz de imprimir
cualquier documento en ese formato, o simplemente, otros capaces de convertir
cualquier documento a dicho formato.
¿Y por qué PDF? Porque
es un formato muy extendido, versátil, que permite búsquedas de texto en sus
contenidos, y que se puede proteger por contraseña y delimitar qué operaciones
se pueden hacer sobre él: sólo leerlo, imprimirlo, añadir comentarios… Y admite
la inclusión de imágenes sin ningún problema. Es decir, resultaría un formato ideal
para informatizar de manera rápida y barata una gestión completa allá donde lo
importante sean los documentos enteros, y no sólo los datos que se rellenan.
Aunque hace ya muchos
años que no ejerzo profesionalmente, ya debería estar curado de espanto ante la
ineficacia e incompetencia de algunas empresas a la hora de incorporar
soluciones informáticas a su gestión, pero está claro que en el país del
amiguismo la incompetencia es una pandemia sin cura ni perdón.
Y luego quieren que me
quede callado. Si es que no puede ser…
Sinelo