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lunes, 4 de enero de 2016

La incompetencia por bandera



Leo:
«El 'papel cero' supondrá en la mayoría de los casos que los profesionales presenten la documentación en formato electrónico en los Decanatos, que tendrán que imprimirlos para luego digitalizarlos e introducirlos en el sistema de gestión procesal correspondiente de la comunidad autónoma o del Gobierno central, según sea la competencia de Justicia» en diario Público, y como informático, flipo. Pero es que incluso como usuario, también flipo ¿Qué sentido tiene escribir en el ordenador un documento que luego ha de imprimirse (¿y el ahorro de papel?) y pasar el lento proceso de escaneado, el cual incluye, debo suponer, el reconocimiento de texto mediante OCR para que sea posible hacer búsquedas de texto? ¿Quién coño ha diseñado ese sistema? ¿Es que en este país nadie sabe utilizar un procesador de textos, más allá de la negrita, los márgenes y la numeración de páginas?
Tengo los dos procesadores de textos más habituales, Word de Microsoft y el paquete Open Office, que incluye un programa muy similar. Este último desde hace años tiene incorporada la opción de guardar en formato PDF, tanto en su versión para Windows como en la original para cualquier o casi cualquier distribución de Linux. Más tarde el paquete Office incorporó también esta característica. De hecho, el propio paquete Office desde hace más de veinte años, creo recordar que desde el principio, ofrece al usuario la posibilidad de crear, o bien plantillas para que siempre utilice exactamente el mismo formato al escribir determinados tipos de documentos (facturas, cartas de pedido, cartas de presentación, etc.) o bien formularios con los cuales no sólo se mantiene invariablemente el mismo formato sino que se pueden guardar los datos solamente, con el consiguiente ahorro de espacio (una idea muy buena cuando el espacio de almacenamiento suponía un serio problema en la gestión de grandes volúmenes de datos). Las citadas plantillas habrían sido la opción ideal para el caso de los documentos judiciales.
Un equipo técnico adecuado se habría encargado de estudiar todos los tipos de documentos que se manejan, usualmente o no, en un juzgado. De hecho quizá existan documentos propios de determinados tipos de juzgados, bien por su nivel (Tribunales Superiores de Justicia, Tribunal Supremo), bien por su especialización (juzgados de violencia de género, de menores, de temas laborales o mercantiles…). Una vez puestos en común todos ellos, de todas las comunidades autónomas, se habría trabajado en diseñar un modelo común válido para todos los juzgados, o bien en modelos que respeten la división por comunidades, especialización y/o nivel. Esto habría supuesto emitir un o varios juegos de plantillas protegidas contra la edición accidental, que habrían servido de modelo para escribir en el ordenador todos los documentos necesarios.
De modo que en cada proceso judicial se habrían usado las plantillas correspondientes (cualquier persona que pueda editar una carta en su ordenador o tablet podría haberlas utilizado casi sin formación complementaria), rellenadas desde un procesador de textos, y guardadas en un doble formato: por un lado, como un documento normal del procesador correspondiente (prescindible si se considera que un documento judicial no ha de estar sujeto a modificaciones sobre sí mismo), y por otro, como PDF, formato que, como he comentado, resulta prácticamente universal y común a distintos sistemas operativos. A esos documentos inevitablemente habría habido que añadir como documentos anexos aquellos que por ser antiguos o por estar manuscritos hubiera que escanear (digitalizar) para su tratamiento como archivos informáticos.
Pero es más: si alguien, en algún juzgado, manejara otro procesador de textos que no admitiese el uso de plantillas, podría verlo sustituido fácilmente por un formulario en algún lenguaje de programación como PHP o JavaScript, nada difíciles de programar.
E incluso si el programa anterior no produjera una salida en PDF, o si alguien utilizase un procesador de textos que no incluyera el guardado en PDF, existen diversos programas gratuitos que pueden crear una impresora virtual, capaz de imprimir cualquier documento en ese formato, o simplemente, otros capaces de convertir cualquier documento a dicho formato.
¿Y por qué PDF? Porque es un formato muy extendido, versátil, que permite búsquedas de texto en sus contenidos, y que se puede proteger por contraseña y delimitar qué operaciones se pueden hacer sobre él: sólo leerlo, imprimirlo, añadir comentarios… Y admite la inclusión de imágenes sin ningún problema. Es decir, resultaría un formato ideal para informatizar de manera rápida y barata una gestión completa allá donde lo importante sean los documentos enteros, y no sólo los datos que se rellenan.
Aunque hace ya muchos años que no ejerzo profesionalmente, ya debería estar curado de espanto ante la ineficacia e incompetencia de algunas empresas a la hora de incorporar soluciones informáticas a su gestión, pero está claro que en el país del amiguismo la incompetencia es una pandemia sin cura ni perdón.
Y luego quieren que me quede callado. Si es que no puede ser…
Sinelo