Soy plenamente consciente de que a ojos de los lectores la actuación
de terroristas en Normandía y Alemania parece contradecir la tesis
que sostengo en mi artículo “Lobos solitarios orquestados” según las cuales los ataques se
producen casi exclusivamente en viernes, y por tanto desacreditar mi
opinión sobre las verdaderas motivaciones que hay tras esos ataques.
Ahora sabemos casi con toda seguridad que el atentado en Niza no fue
hecho por un islamista. Otro tanto ocurre con el de Munich, cuyo
objetivo de imbuir terror en la población fracasó tan
estrepitosamente que de forma espontánea la gente puso velas en
memoria del asesino y de las víctimas. Aquel desequilibrado
individuo tuvo un comportamiento tan errático que cuando se suicidó
parece que aún le quedaban unas trescientas balas en la mochila, lo
que no concuerda con un sanguinario criminal que pretende causar el
mayor número posible de víctimas. Este fracaso forzó la inmediata
actuación de otros criminales en ese mismo fin de semana, de modo
que el domingo dos chicos rápidamente radicalizados atacaron con
meros cuchillos en una iglesia de Normandía. Tampoco esta acción
tuvo las consecuencias esperadas, ya que el eco que tuvo la noticia
en los medios quedó muy difuminado entre los programas del domingo y
los espacios previstos para los días laborables, durante los que
suele haber pocos debates de tertulianos, especialmente en
televisión. Ni siquiera las redes sociales funcionaron como
agitadoras del oleaje informativo. El mismo domingo otro individuo
radicalizado, y también desequilibrado, se inmolaba con una bomba en
otra iglesia (¿otra coincidencia?, vaya) causando quince heridos que
no deben de revestir mucha gravedad, porque ni siquiera se menciona
este dato; dado que el único muerto fue él tampoco se ha dado mucha
divulgación a la noticia, sobre todo en redes sociales.
Dos pequeñas actuaciones el domingo siguiente al viernes del
fracaso. Dos pequeños «solistas improvisados» que mantienen el eco
del terrorismo islamista de fin de semana en suelo europeo.
Aun un tercer desequilibrado actuó en Japón causando una matanza en
un centro para discapacitados. Con un cuchillo asesinó a diecinueve
personas abogando por el exterminio de quienes no pueden valerse por
sí mismos. Nada que ver con el islamismo, ni con el terrorismo
siquiera. Desde el punto de vista sociológico parece fácil
relacionarle con problemas psicológicos unidos al estrés de
sobrepoblación que padece Japón.
Volviendo pues a las acciones que tienen carácter terrorista y que
podrían tacharse de islamistas, como veis se mantiene la cadencia
que indicaba en mi artículo de Alcantarilla Social: un goteo de
terror viernes a viernes, para asegurarse un eco en los medios,
vacíos de contenido en el fin de semana, y si el plan fracasa,
suscitar la actuación casi improvisada de otros que mantengan el eco
del RE-quiem por un terrorista, víctima de...
_________________________________________ (cada cual ponga los
nombres o siglas que desee); y por sus víctimas, por si alguien lo
dudaba.
No os dejéis engañar por el humo de los medios, ni por el fuego del
petardazo: fijaos en dónde está la mano que lanzó el cohete
pirotécnico. Buscad la verdad detrás de las palabras, detrás de
las noticias y, sobre todo, detrás de las intenciones.