No me gusta tener que rebatir
las argumentaciones de otrx articulista, pero quienes combatimos la
radicalidad de cualquier idea flaco favor le hacemos a la lucha
contra lxs radicales religiosxs si basamos nuestros razonamientos en
los mismos mitos y leyendas en que ellxs basan sus creencias.
Para empezar, habla
JORRDIRROBERT
de 6.500 años de antigüedad en la Historia narrada en la Biblia. No
sé a qué versión o libro habrá acudido para extraer ese dato,
porque en ningún libro contenido en la versión canónica de la
Biblia, algunos de los cuales coinciden con la Torá judía, se
menciona cifra semejante, al menos directamente. Y si ha basado el
cálculo en la suma de las edades de los antepasados de Noé, más la
edad de Lámek cuando nació Noé, da 6.661. Afinando el cálculo,
teniendo en cuenta que el tiempo de vida de los padres se solapaba
con el de los hijos, tampoco creo que la cifra cuadre en esa
cantidad, de modo que, insisto, ignoro de dónde sale. En cualquier
caso, resulta irrelevante para el resto de las argumentaciones.
Lo que sí que debería
resultar de importancia para cualquier persona que crea en esa
genealogía a pies juntillas es que según la genealogía de Noé,
que le define como descendiente de Set, todxs somos “setitas”,
“setxs” o “setexs”, o como se diga. Es cierto que los hijos
de Noé estaban casados antes del diluvio con mujeres que podrían
haber descendido de Abel, pero recordemos que en el Génesis no se
menciona que Abel se casase ni que tuviera descendencia alguna, por
lo que esas hijas podrían haber sido descendientes de Caín. Pero,
dado que “toda la humanidad”, salvo Noé y su familia, pereció
en el Diluvio, sólo nos queda afirmar, tajantemente, que, insisto,
todxs somos descendientes de Set.
Por su parte, Noé (nieto del
famoso Matusalén) tuvo tres hijos, Sem, Cam, Jafet. De Jafet
descienden los medos y, por su nombre, no sé si también lxs
habitantes de Tarsis (quizá en la zona de la actual Huelva).
De Sem, según la tradición,
provienen todos los pueblos semitas (para aquellxs que, siendo
antisemitas se creen exclusivamente antijudíxs, es fundamental este
dato), es decir, no sólo el pueblo hebreo, a través de Abraham
(Abram originariamente) sino también lxs aramexs, asirixs,
babilonixs, cananeos (habitantes de Canaán, la cual comprendía
ciudades como Sidón, Gaza, Sodoma y Gomorra, y es más conocida por
haberse celebrado allí la boda en que Jesús hizo la multiplicación
de panes y peces, y en la cual él pudo haber sido, más que un
invitado, el propio novio que se desposaba con María la “magdalena”,
de Magdala), incluidxs lxs hebrexs, y lxs fenicixs, de lxs que
proceden lxs cartagineses que plantaron cara al mismísimo Imperio
Romano (por citar un dato que me concierne, el famoso Aníbal se casó
con una castulonense llamada Himilce). De hecho, ser judíx no es
sinónimo de ser hebrex, ya que el judaísmo es una religión que
puede ser adoptada, en principio, por cualquier persona, mientras que
la cualidad de hebraicx alude a un origen étnico del que carece la
expresión “semita”.
Por otra parte, desde el punto
de vista lingüístico, «el término “semita” se usa para
referirse a una familia lingüística de origen predominantemente
medio-oriental, ahora llamada lenguas semíticas. Esta familia
lingüística incluye las formas antiguas y modernas del acadio, el
amhárico, el árabe, el arameo, el fenicio, el ge'ez, el hebreo, el
maltés, el yehén y el tigriña».
Como quiera que sea, aun
tomando por cierta la historia del paraíso perdido, la cual, según
algunos estudios recientes, podría ser un relato legendario creado a
partir de un posible pasado cierto, pero muy remoto, resulta
impensable que, en época de asentamientos humanos con una
inteligencia suficiente para dejar constancia oral del hecho, se
hubiese producido un desastre natural de las proporciones del
Diluvio, ya fuese realmente un periodo prolongado de intensas lluvias
o una inundación con cualquier otro origen. Y aun en el caso de que
un Dios cruel y caprichoso (sus actos no podrían definirse de otra
forma) hubiera castigado a un verdadero Adán y a una verdadera Eva,
Él mismo habría reconocido ya en diversas ocasiones la excesiva
dureza de sus castigos, lo que convertiría el “pecado original”
(doctrina inventada en realidad «en
el siglo segundo por Ireneo»)
en una injusticia digna de rebeldía o,
lo que es lo mismo, la desobediencia de Adán, en “pecata minuta”
comparada con la injusta tiranía de ese dios que pretende mantener a
una
creación en la ignorancia para, quizás su mero recreo
contemplativo.
Sinelo
Nota final: Aunque una buena
parte de este articulillo bebe de la bendita fuente de la Wikipedia,
los errores, si los hubiere, seguro que son exclusivamente míos.
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