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martes, 1 de marzo de 2016

Pecata minuta


No me gusta tener que rebatir las argumentaciones de otrx articulista, pero quienes combatimos la radicalidad de cualquier idea flaco favor le hacemos a la lucha contra lxs radicales religiosxs si basamos nuestros razonamientos en los mismos mitos y leyendas en que ellxs basan sus creencias.
Para empezar, habla JORRDIRROBERT de 6.500 años de antigüedad en la Historia narrada en la Biblia. No sé a qué versión o libro habrá acudido para extraer ese dato, porque en ningún libro contenido en la versión canónica de la Biblia, algunos de los cuales coinciden con la Torá judía, se menciona cifra semejante, al menos directamente. Y si ha basado el cálculo en la suma de las edades de los antepasados de Noé, más la edad de Lámek cuando nació Noé, da 6.661. Afinando el cálculo, teniendo en cuenta que el tiempo de vida de los padres se solapaba con el de los hijos, tampoco creo que la cifra cuadre en esa cantidad, de modo que, insisto, ignoro de dónde sale. En cualquier caso, resulta irrelevante para el resto de las argumentaciones.
Lo que sí que debería resultar de importancia para cualquier persona que crea en esa genealogía a pies juntillas es que según la genealogía de Noé, que le define como descendiente de Set, todxs somos “setitas”, “setxs” o “setexs”, o como se diga. Es cierto que los hijos de Noé estaban casados antes del diluvio con mujeres que podrían haber descendido de Abel, pero recordemos que en el Génesis no se menciona que Abel se casase ni que tuviera descendencia alguna, por lo que esas hijas podrían haber sido descendientes de Caín. Pero, dado que “toda la humanidad”, salvo Noé y su familia, pereció en el Diluvio, sólo nos queda afirmar, tajantemente, que, insisto, todxs somos descendientes de Set.
Por su parte, Noé (nieto del famoso Matusalén) tuvo tres hijos, Sem, Cam, Jafet. De Jafet descienden los medos y, por su nombre, no sé si también lxs habitantes de Tarsis (quizá en la zona de la actual Huelva).
De Sem, según la tradición, provienen todos los pueblos semitas (para aquellxs que, siendo antisemitas se creen exclusivamente antijudíxs, es fundamental este dato), es decir, no sólo el pueblo hebreo, a través de Abraham (Abram originariamente) sino también lxs aramexs, asirixs, babilonixs, cananeos (habitantes de Canaán, la cual comprendía ciudades como Sidón, Gaza, Sodoma y Gomorra, y es más conocida por haberse celebrado allí la boda en que Jesús hizo la multiplicación de panes y peces, y en la cual él pudo haber sido, más que un invitado, el propio novio que se desposaba con María la “magdalena”, de Magdala), incluidxs lxs hebrexs, y lxs fenicixs, de lxs que proceden lxs cartagineses que plantaron cara al mismísimo Imperio Romano (por citar un dato que me concierne, el famoso Aníbal se casó con una castulonense llamada Himilce). De hecho, ser judíx no es sinónimo de ser hebrex, ya que el judaísmo es una religión que puede ser adoptada, en principio, por cualquier persona, mientras que la cualidad de hebraicx alude a un origen étnico del que carece la expresión “semita”.
Por otra parte, desde el punto de vista lingüístico, «el término “semita” se usa para referirse a una familia lingüística de origen predominantemente medio-oriental, ahora llamada lenguas semíticas. Esta familia lingüística incluye las formas antiguas y modernas del acadio, el amhárico, el árabe, el arameo, el fenicio, el ge'ez, el hebreo, el maltés, el yehén y el tigriña».
Como quiera que sea, aun tomando por cierta la historia del paraíso perdido, la cual, según algunos estudios recientes, podría ser un relato legendario creado a partir de un posible pasado cierto, pero muy remoto, resulta impensable que, en época de asentamientos humanos con una inteligencia suficiente para dejar constancia oral del hecho, se hubiese producido un desastre natural de las proporciones del Diluvio, ya fuese realmente un periodo prolongado de intensas lluvias o una inundación con cualquier otro origen. Y aun en el caso de que un Dios cruel y caprichoso (sus actos no podrían definirse de otra forma) hubiera castigado a un verdadero Adán y a una verdadera Eva, Él mismo habría reconocido ya en diversas ocasiones la excesiva dureza de sus castigos, lo que convertiría el “pecado original” (doctrina inventada en realidad «en el siglo segundo por Ireneo») en una injusticia digna de rebeldía o, lo que es lo mismo, la desobediencia de Adán, en “pecata minuta” comparada con la injusta tiranía de ese dios que pretende mantener a una creación en la ignorancia para, quizás su mero recreo contemplativo.
Sinelo

Nota final: Aunque una buena parte de este articulillo bebe de la bendita fuente de la Wikipedia, los errores, si los hubiere, seguro que son exclusivamente míos.

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