Si esto fuese una carta a
los Reyes Magos, esos serían los regalos que les pediría para este pueblo, que
todavía está inmerso en su infancia democrática. Y así nos va.
Apenas se recuerdan ya
las palabras de Artur Mas, comprometiéndose a "quitarse de en medio"
si era necesario para que el proyecto independentista avanzara. Bien. De un
hombre que hace un uso de la política y, más concretamente, de la bandera, como
lo habría hecho un pirata cualquiera de su oficio y de su propia bandera, no se
puede esperar que actúe ni con dignidad, puesto que la vendió hace muchos años
"por treinta monedas de plata", ni con memoria, ya que los
delincuentes sobreviven guardando en el olvido sus fechorías, y ni siquiera
coherencia, ya que al carecer de los dos primeros elementos, su talante
democrático está gravemente enfermo de una anemia galopante que se le ha
cronificado a fuerza de alimentarla con sus egoístas propósitos, lo cual demuestra
que el egoísmo es como un huevo huero, que promete mucho a la vista, pero está
vacío por dentro.
Es por todo eso que habrá
de ser el pueblo catalán quien, bien retirándole el voto, bien echándose a la
calle (y por extensión a todo medio en el que se haga oír su voz) y exigiendo a
Mas que se vaya a su casa y admita su fracaso político o, en su defecto y como
tercera opción, presionando a la Fiscalía para que le impute finalmente de todo
lo que se le pueda imputar, desde la más gruesa de las acusaciones hasta la
última multa impagada, si las hubiere.
Por su parte, lxs
votantes del PP ya no pueden sorprendernos más, tras el impresentable e
injustificable apoyo a un líder caído, débil, que se mantiene ausente de las
grandes discusiones para lucirse solamente en las grandes ocasiones,
apareciendo ante la foto como firmante de lo que otrxs se trabajaron para su patético
presidente. No obstante, aún podrían salvar su dignidad, si alguna les queda, y
la credibilidad democrática del país, si dejasen caer a Mariano en el
ostracismo que merece (mención aparte de los posibles procesos judiciales que
se abrieran contra él); aunque he de reconocer que esta medida sería sólo el
principio. Admitámoslo (admítanlo ustedes, por favor), el Partido Popular se
basa en el funcionamiento decimonónico de la política española en general
bastante más que el resto de fuerzas políticas, aunque otros se hallen también en
mayor o menor grado encajados en esas mismas maneras; el caso es que a causa de
ello es el PP, con mucha diferencia, el partido que más ha servido y sirve para
esa forma de hacer negocios con la que tan identificadas se sienten tanto las
organizaciones mafiosas como lxs empresarixs a la vieja usanza (pensemos en el
modelo de Julián Muñoz, creciendo como empresario bajo el ala de Jesús Gil). De
modo que el único modo de que recuperen la dignidad aquellas personas
comprometidas con la política, bien liberal, bien de derechas en general, consiste
en enterrar muy hondo los últimos restos del Partido Popular y construir una
nueva derecha española desde la regeneración más profunda, aprendiendo de los
aciertos, corrigiendo los errores, y renegando sinceramente de las miserias e
irregularidades que ahogan la verdadera acción política.
Lo que realmente impide a
ambas formaciones políticas (PP y CQQSLEPDM, es decir, Como Quiera Que Se Llame
El Partido De Mas) olvidar el pasado e introducirse en una nueva forma de hacer
política son dos virus que, ocultos en los recovecos de la mentalidad de
nuestra clase política, amenazan constantemente con desarrollar maliciosas
tumoraciones: por un lado, el eterno chantaje al que están expuestos unxs
políticxs por parte de otrxs (y quien dice políticxs dice empresarixs, o cargos
públicos en general, incluyendo cargos eclesiásticos y miembrxs o exmiembrxs de
la realeza); y por otra parte, la falta de una verdadera forma nueva de hacer
política.
Mientras, las nuevas
formaciones políticas continúan nutriéndose de las vetustas escuelas, siguiendo
la estela de los viejos maestros o, peor aún, basando sus esquemas de
pensamiento en aquellos que la actualidad, el nuevo mundo que se dibuja día a
día, está demostrando ser no sólo incapaces de dar respuesta a las necesidades
reales y cotidianas de la población humana del planeta, sino ser la causa del
deterioro de las condiciones de vida de la gran mayor parte de la población y
hasta del propio planeta.
Por todo ello necesitamos
perentoriamente que la dignidad, la memoria y la coherencia hagan piña y
transformen la política en otra historia, en otra cosa, en otro material. Mas
por añadidura, en tanto los actuales esquemas de pensamiento no cambien,
nuestros dirigentes no serán capaces de solucionar prácticamente nada. Y lo
peor, mientras no cambien en nosotrxs nuestros propios esquemas de pensamiento,
no habrá nadie capaz de solucionar prácticamente nada, ni nadie con capacidad
de convocatoria y de acción, y menos aún, alguien en quien delegar la gestión
pública.
De modo que haríamos bien
en pedir este año (cuanto antes, mejor), a los Reyes Magos, en vez de la
vanidad del oro, incienso y mirra, el oro de la dignidad, el aroma a incienso
de la memoria, y el bálsamo oloroso de la coherencia sobre nuestros
pensamientos y acciones. Y da igual hacia dónde reces, o a qué dios adores: por
si aún no te has enterado, no hay más que un planeta, y las heridas de un sitio
se sienten escocer por toda la Tierra.
Sinelo
(si quieres saber
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