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domingo, 24 de enero de 2016

¿Repetir elecciones? No pero sí



Si complejo era el panorama político que dibujaron las urnas el pasado 20D, la ley electoral vino a agitar las cifras como los dados en un cubilete, dejándolo aún más enrevesado. En una democracia sólida, en la que todxs o casi todxs tengan asumidas las reglas, eso no habría tenido excesiva importancia, pero en nuestra joven y viciada historia democrática, incluso a la hora de formar pactos, no ya de gobierno, siquiera de investidura, estamos atrapadxs en las más egoístas estratagemas de los cuatro principales paladines.
Para el PP, y muy especialmente para su líder, la salida más ventajosa sería, a falta de una gran coalición imposible, impensable, e indigna, la convocatoria de nuevas elecciones. Mariano sabe que sin un pacto amplio la legislatura, si llega a comenzar, será corta, y habrá que convocar elecciones. Sin embargo, no puede hacerlo sin antes haber intentado desgastar sin desgastarse en el intento de formar gobierno. Además, si las hubiera convocado ya habría aparecido como un líder incapaz de llegar hasta el final, cual amante abonado a la eyaculación precoz. No obstante, unas nuevas elecciones le darían la oportunidad de sobrevivir políticamente un poco más, y por eso deja que se agoten los plazos y retrasa cuanto puede el momento en que comiencen a contar los dos meses para la formación del nuevo ejecutivo. Gallego de pies a cabeza, él se aferra a esas nuevas elecciones paciente y firmemente, como un percebe a la roca en un mar agitado, pero haciendo ver que no, que su intención es soltarse y empezar a nadar de un momento a otro.
Al PSOE, que tras dejar de hincar codos pasó de ser el estudiante aventajado a vivir de las rentas, le angustia pasar otra vez el examen de las urnas sabiendo que casi con toda probabilidad el resultado será aún peor que la última vez. Al mismo tiempo, Pedro, cuestionado su liderazgo dentro y fuera de su partido, ve en esta compleja negociación la única oportunidad de reforzar su posición interna frente a lxs baronxs más hostiles, y su imagen externa como líder de izquierdas. Pero para ello sabe que no puede ir a remolque de las propuestas de Pablo Iglesias ni de ningún otro, de ahí su respuesta a las mismas que ha ido del "me lo miraré" al "me lo pienso mientras hablo con este otro". El paso atrás de Rajoy favorece a Sánchez en este punto, pero también le ha dejado expuesto al escrutinio de la prensa y de la opinión pública y es consciente de que su única salida digna sería liderar un pacto de investidura no importa cuán frágil sea, que antes o después le obligará a convocar elecciones anticipadas.
Podemos se halla secuestrado por el amor a la estrategia de Pablo. Demasiado aficionado a Maquiavelo y, sobre todo, como él mismo confesó, a "Juego de Tronos", su última jugada demuestra que está dispuesto a actuar con audacia y a aplicar cualquier estratagema que a él y a su personalista proyecto les venga bien, olvidando la opinión de esas bases a las que manipuló hábilmente para auparse muy por encima de una gran masa anónima. Pablo tiene muy claro que sin el PSOE no puede lograr nada, y sin ningún pudor ha faltado a su palabra de no apoyarlo, y ha sabido presentar su actuación de tal manera que ante sus votantes y sobre todo ante sus fans ha aparecido como un grandísimo estadista, con carácter y de izquierdas, aunque lanzando un discreto aviso a navegantes al aparecer a su derecha un general discretamente trajeado. Es más, si algo tiene claro Pablo es que, según parece, él sería el gran beneficiado de convocarse unas nuevas elecciones, y por eso hace propuestas chulescas, abusivas, con pocos visos de prosperar, logrando así un doble objetivo: engrandecerse de cara a quienes hacen un análisis superficial de su actuación (léase seguidorxs, opinión pública, incluyendo la desfavorable, y una parte de la prensa, sobre todo extranjera). Él también espera, cual Rambo camuflado en la maleza, con el cuchillo entre los dientes, a que se acerquen de nuevo las urnas.
El partido de Rivera, Ciudadanos, aparece en todo este embrollo como el amigo feo al que ninguna se arrima. Para Mariano, Albert lo tiene demasiado pequeño, el apoyo que le puede dar; a Mariano le resulta insuficiente, insatisfactorio, y un obstáculo para que se le acerquen las demás. Por eso Albert se ofrece insistentemente a uno y otro, promete dejarse sobar el programa, deshacerse de propuestas, asumir las posturas que le propongan, dentro de un orden… El PSOE por su parte no se fía porque sabe que Ciudadanos está contagiado de tanto abrirse con tal de pillar, aunque no se sabe si de corrupción o de personalismo, de "lideritis", y además sabe que sus fans no le perdonarían jamás liarse con ese. La única baza que le queda a Rivera es la esperanza de que unas nuevas elecciones le permitan seguir vampirizando voto al PP y sobre todo al PSOE, de modo que Albert aguarda en las sombras, sediento del plasma electoral.
Izquierda Unida, en un desesperado intento por no desaparecer ante el engaño de Oz, por cuyo camino de baldosas moradas se perdieron muchxs de sus votantxs, trató de unir fuerzas con otras formaciones menores para acabar una vez más con el agua al cuello. Garzón, quien surgió como un líder cuestionado, se muestra actualmente como el típico líder comunista que, aferrado dignamente a sus principios, trata de asomar la cabeza sobre las olas de la actualidad, confiando en que quienes realmente tienen convicciones de izquierdas, principios sólidos, y un criterio maduro, le sigan otorgando votos en número suficiente para impedir que IU desaparezca. Él es el único que ve cada convocatoria electoral como una nueva batalla en la que hay que entregarse a fondo, sin importar tanto el resultado como la defensa del, quizá, último baluarte de izquierdas con posibilidades de crecer hasta alcanzar un tamaño significativo.
De niño pensaba que el fundamento de la política era la ideología. La ingenuidad infantil es lo que tiene. Todavía hoy, a tiro de piedra del medio siglo, continúo manteniendo una cierta esperanza en que la política vuelva a ser una confrontación de ideas a las cuales los individuos se adhieren voluntariamente, y no este calculado mercadeo de marketing electoral que cambia las ofertas del folleto propagandístico según sean las exigencias de la opinión mayoritaria. Como lxs demás, yo también aguardo con interés una ineludible repetición de las elecciones que ponga finalmente a cada unx en su sitio. Mientras tanto, seguiremos en los medios el paripé post-20D con el empacho de quien acaba de salir de la cena de Nochebuena sabiendo que ha de prepararse para la comida y la cena de Navidad.
Sinelo