En las próximas
elecciones generales resulta lógico que el votante de cualquier ideología se
vea ante una enorme duda, dado el nuevo panorama de alternativas políticas que
se ha creado en los últimos meses.
Personalmente, creo que
se engañan quienes piensan votar al PP en base
a la situación económica y a los últimos actos del terrorismo radical yihadista
(y el orden de las dos palabras precedentes no es casual) o a la posibilidad de
vernos involucradxs en una nueva "Gran Guerra".
El Partido Popular ya
ha demostrado, nos guste reconocerlo o no, que funciona como un nido de víboras
avariciosas, aun cuando no sea tanto culpa de la organización como de muchas de
las personas que ocupan algún cargo de relevancia en su estructura.
Su sucesor natural, Ciudadanos, por las noticias que
aparecen últimamente en los medios y en las redes sociales, no parece que tenga
mucho mejor criterio a la hora de elegir a sus miembrxs.
Así, el votante de
derechas que no desee acercarse a la urna con una máscara antigás tiene todavía
dos opciones perfectamente válidas, aunque más recomendable una que la otra.
Por una parte está la ignorada sensatez y honestidad de UPyD. Esta formación es la que realmente ocupa
el centro del espectro político actual, y para las personas con un voto
conservador progresista o incluso moderado es una elección no sólo válida y
hasta honrosa, sino yo diría que sensata y recomendable para renovar las
instituciones, dada su infatigable lucha por combatir la corrupción de
cualquier signo.
Quienes prefieran una
opción más reaccionaria pueden votar a VOX,
aun cuando eso suponga una especie de incongruencia democrática, ya que tienen
muy poco de demócratas y sobre todo, a la vista de su notable incapacidad para
adaptar sus esquemas ideológicos a la nueva realidad social que se cierne sobre
todo el país.
Lxs votantes de izquierdas,
desorientados cual cocinero quisquilloso eligiendo el perejil que decorará su
elaboración, se ven perdidos en un bosque de siglas en el cual incluso hay
siglas dentro de siglas, en un desbarajuste sin fin en el que hasta miembros
del mismo partido optan por confluencias distintas.
El PSOE evoca tiempos difíciles y nombres asociados
a la corrupción, aún por dilucidar en algunos casos. Este Pedro Sánchez, al que
alguien comparaba con un vendedor del Corte Inglés, a mí me recuerda más a un
esforzado oficinista que se empeña en hacer bien su trabajo mientras algunxs
compañerxs esturrean papeles por el suelo. El Pedro Sánchez de la década de los
diez del siglo XXI no tiene nada o casi nada que ver con aquel Felipe González
de la década de los ochenta del siglo XX. Y votar al PSOE actual se presenta
como recibir una fiesta sorpresa por segunda vez. Por mucho que mejore a la
primera, todo el mundo sabe que no será una sorpresa y todos, hasta lxs más
jóvenes, contemplamos esas siglas con los ojos resabiados de la experiencia.
Parecería que para la
gran mayoría de lxs votantes de izquierdas lo más recomendable fuera votar a Podemos, que es la formación de izquierdas que
suena con más fuerza. No hay que olvidar, no obstante, que brotaron como una
seta, recogiendo ideas populares de muy diversxs activistas de izquierda pero
sin mostrar jamás, y he aquí lo temible, las esporas del hongo del que
provienen. Esa falta de transparencia y de sinceridad en las verdaderas
intenciones y proyectos de Pablo Iglesias, amén de las razonables dudas sobre
su financiación inicial ("nosotros nos debemos a la gente" no es
suficiente explicación, en absoluto) hace recomendable la máxima prudencia a la
hora de dotarles de poder institucional. Un apoyo deseable para ellxs, y que a
la vez sería deseable que les resultara imprescindible para gobernar, es el de
la nueva coalición Unidad Popular,
encabezada por Alberto Garzón, ya que engloba a Izquierda Unida y a Unidad Popular en Común (esta última es la plataforma a la que Beatriz
Talegón se adhirió durante una semana).*
Así, aun deseándole lo
mejor a Somos Izquierda, la verdadera
opción desde el principio de Talegón, por más que sus detractores
quisieran descalificarla atribuyéndole una elevada volubilidad ideológica,
resultaría muy positiva una concentración de un 30 ó 40% de voto de izquierdas
en Podemos, la mitad de eso para Unidad Popular y el resto para otras
formaciones de izquierdas. La juventud de Talegón y de sus acólitos les hace
posible permitirse el lujo de esperar otros cuatro años para, tras consolidar
su proyecto, mejorar sus resultados electorales de una forma muy importante.
Y todo eso sin olvidar
a formaciones muy dignas de tener en cuenta como PACMA,
PCPE, PCE, o
cualquiera de los múltiples partidos localistas, como el derechista PLD. Y también tenemos que tener muy
presente el 20D las opciones habituales, del voto en blanco, de la abstención,
o incluso del voto intencionadamente nulo. Yo, si me quisiera apuntar a esta
última, creo que elegiría un papel con la foto o el nombre de mis políticos
favoritos incorruptos (que se sepa, hasta la fecha), cualquiera que fuese su
ideología política. Más que nada, para ver si se dan cuenta de una puñetera vez
de que verdaderamente ya estamos hartos de tanto chorizo.
En cualquier caso,
cualquiera que sea tu ideología, dado que un único voto en sí mismo resulta
irrelevante, y teniendo en cuenta que aun muerto el bipartidismo los tres o
cuatro primeros puestos ya están decididos, por una vez date el gusto de
sentirte satisfechx con la opción elegida y vota a un partido
"mediocre" o minúsculo pero al que te haga ilusión votar. En estas
elecciones ocurre como en las carreras de caballos: a veces es más fácil acertar
quién quedará entre los puestos intermedios o incluso en los últimos que
acertar el ganador. Así puede que no te satisfaga el resultado, pero al menos
habrás elegido a quienes son realmente los tuyos.
Sinelo
* En realidad
incorpora a Izquierda Unida, Unidad Popular en Común, Chunta Aragonesista,
Izquierda Asturiana, Batzarre, Construyendo la Izquierda-Alternativa
Socialista, Segoviemos e Izquierda Castellana.
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